En 1994, un grupo de investigadores médicos de la Universidad de Wisconsin confirmo la hipótesis de que tomar una o dos copas de vino tinto al día ayuda a prevenir infartos cardiacos. Ahora, el grupo tiene buenas noticias también para los abstemios: se puede obtener el mismo efecto preventivo tomando diariamente seis vasos de 180 mililitros de jugo de uva negra.
Se cree que el beneficio se debe a los flavonoides, sustancias orgánicas presentes en el hollejo y las semillas de la uva, así como en otras frutas y verduras (fresas, arándonos, manzanas, brócoli, col), en el te y en la cerveza.
Cuanto más oscuro es el vino o el jugo mejor. Los científicos suponen que estas sustancias reducen la adherencia de las plaquetas y, con ella, el riesgo de que se formen coágulos que obstruyan las arterias coronarias y ocasionen un infarto.
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