Un infarto es un área de tejido que ha muerto por falta de oxígeno. El miocardio, o músculo del corazón, puede sufrir un infarto cuando existe una enfermedad coronaria avanzada.
En particular, la corona de vasos sanguíneos que llevan oxígeno y nutrientes al propio músculo cardíaco, puede desarrollar placas de ateroma (produciendo la conocida arteriosclerosis), lo que compromete en mayor o menor grado el flujo de oxígeno y nutrientes al propio corazón, con efectos que varían desde una angina de pecho (cuando la interrupción del flujo de sangre al corazón es temporal) a un infarto de miocardio (cuando es permanente e irreversible).
Que es el infarto de miocardio
Entre los síntomas del infarto de miocardio, el más claro es la presencia de un dolor torácico intenso y prolongado que se percibe como una presión intensa, y que puede extenderse (irradiarse) a brazos y hombros, sobre todo izquierdos, espalda, y también los dientes y la mandíbula.
Otros signos relevantes incluyen dificultad para respirar, mareos y hasta náuseas, vómitos, desfallecimiento y sudación.