Como reza el viejo refrán, más vale prevenir que curar. Sobre todo si se trata de un ataque cardíaco. Las nuevas investigaciones coinciden en señalar que desde los 20 años se deben realizar controles para diagnosticar y prevenir un posible infarto, ya que cuanto antes se diagnostiquen las patologías del corazón, más altas son las chances de tratar el problema y evitar que se agrave.
Todas las personas mayores de 20 años deberían realizarse -cada dos años- chequeos que incluyan un control de presión arterial, el índice de masa corporal, la circunferencia abdominal (para detectar el riesgo de obesidad) y el pulso.
Controles para evitar infartos
Además, se recomienda la medición de colesterol y glucosa cada cinco años. Después de los 40 se debe evaluar cuál es el riesgo de sufrir un infarto durante los próximos diez años, ya que esa es la edad crítica en la que la mayoría de las personas presenta problemas cardíacos.
Las precauciones deben intensificarse en aquellos pacientes que tienen antecedentes familiares de patologías coronarias y por eso son propensos a sufrir un infarto. Detectar a tiempo los factores de riesgo es la mejor manera de prevenir un primer ataque, incluso en las personas más jóvenes.
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