Por primera vez un estudio demostró que el riesgo de infarto aumenta con la cantidad de horas de trabajo.
Las probabilidades son aun mayores si se produce un incremento repentino de la jornada laboral. Sepa como prevenirse
Japón es el lugar especialmente apropiado para llevar a cabo un estudio de estas características, acuerdan los colegas de quienes lo realizaron, ya que la cantidad de horas que se dedican al trabajo en las empresas de este país es particularmente alto.
Los resultados de la investigación parecen dejar muy poco lugar para las dudas: Shigeru Sokejima y sus colegas de la Universidad de Toyama han descubierto una conelación notable entre el número de horas de trabajo y el riesgo de infarto. "En comparación con los hombres que trabajaban entre 7 y 9 horas diarias (la media en Japón), los que lo hacían más de 11 horas tenían 2,44 veces más probabilidades de sufrir un infarto", se afirma en el estudio. Los investigadores observaron, además, un incremento continuo en el riesgo de infarto conforme aumentaba el número de horas trabajadas. "Mientras que una reducción de horas laborales disminuye el riesgo de infarto, un aumento lo incrementa", aseguró respecto de los resultados el Dr. Sokejima. Por otro lado, se descubrió también que -curiosamente- aquellos hombres que trabajaban por debajo de la media (es decir, menos de 7 horas) tenían un mayor riesgo de infarto. En este grupo, la probabilidad de sufrir un infarto era 3,07 veces más alto que aquellos cuya jornada laboral era la estándar. Según los investigadores, "es probable que en muchos casos este fenómeno se deba a que los hombres que trabajaban menos horas estaban enfermos desde un principio -hasta inclusive por la misma falta de trabajo-, y que su condición haya sido premórbida".
Problemas cardiacos por causa del estres laboral
Sokejima y sus colegas señalan enfáticamente: "Este es el primer estudio del que nosotros tengamos noticia que ha podido establecer una relación entre el número de horas de trabajo y el riesgo de infarto agudo de miocardio".
Cuestiones biológicas:
Según la opinión de los investigadores, los efectos negativos del estrés laboral sobre la salud coronaria "podrían deberse a ciertas alteraciones en la actividad del sistema nervioso". La tensión que puede experimentar un trabajador durante la jornada laboral incrementa la actividad nerviosa, hecho que a su vez aumenta la presión sanguínea. Estudios previos ya habían demostrado que cuantas más horas se trabaja, más se incrementa la presión sanguínea diaria. Además, estos efectos negativos de la actividad nerviosa sobre la tensión arterial se incrementan en los fumadores, e incluso en el caso de los ex o no fumadores, ya que el humo ambiental puede aumentar este riesgo. En el caso del Japón, el porcentaje de fumadores entre la población masculina llega hasta el 54%. Los científicos creen que el riesgo de infarto puede ser especialmente notable si se produce un aumento repentino en el número de horas de trabajo, ya que el proceso de adaptación que este tipo de cambios requiere también tiende a provocar trastornos en el sistema nervioso.
Trabajo y algo más:
No sólo el exceso de trabajo puede provocar infartos. Dentro del ambiente de trabajo se presenta una serie de situaciones que pueden provocar, por ejemplo, ira. Respecto a este tema, las mujeres llevan la peor parte. Aquellas que con frecuencia se encuentran "al borde de un ataque de nervios", pero que contienen su cólera y su ira, se comprobó son más vulnerables a la aterosclerosis. Efectivamente, un estudio publicado en el último número del Journal o/ the American Psychosomatic Society, una revista especializada en medicina psicosomática, demostró que el enojo, la hostilidad y la represión de estas emociones, incrementan la densidad de las arterias carótidas. El trabajo, realizado en una población de 200 mujeres, también establece que la inseguridad en público puede aumentar las posibilidades de padecer aterosclerosis. Según se describe, todas ellas fueron sometidas a un examen psicológico y, años más tarde, a pruebas de ultrasonido para medir la densidad de sus arterias carótidas. "En general", asegura el informe, "las mujeres más hostiles, inseguras y reprimidas son las que tienen más riesgo de sufrir aterosclerosis".